No hay Traición sin Tradición. El Cambio de Matriz Disciplinar en
Pichon-Rivière

Não há Traição sem Tradição. A Mudança de Matriz Disciplinar em Pichon-Rivière

There is no Betrayal Without Tradition. The Change of Disciplinary Matrix in Pichon-Rivière

Germán Casetta1

Universidad Nacional de Córdoba

Resumen

En primer lugar, este artículo analiza la problemática de la originalidad en las ciencias sociales, especialmente en el psicoanálisis que, por obra de Pichon-Rivière, se transforma y pasa de ser psicoanálisis a psicología social. Se sostiene que a partir de a mediados de la década de 1950 surge un nuevo estilo de razonamiento en la obra de Pichon-Rivière, que intenta superar las anomalías propias de la psicología y configura, a su vez, en clave kuhniana, una nueva matriz disciplinar en el psicoanálisis. A pesar de que años antes, desde la década de 1930, ya se vislumbra, en ese autor, una práctica creadora pero no sistematizada teóricamente hasta la época de “ruptura” con el psicoanálisis ortodoxo y que coincide con su Teoría del Vínculo. Finalmente, el artículo analiza, a partir de este caso, la invención en la psicología que rompe con la tradición y se convierte en obra original.

Palabras clave: originalidad, matriz disciplinar, psicoanálisis, teoría del vínculo

Resumo

Em primeiro lugar, este artigo analisa a questão da originalidade nas ciências sociais, especialmente na psicanálise, que por meio do trabalho de Pichon-Rivière se transforma e passa de psicanálise a psicologia social. Argumenta-se que, a partir de meados de 1950, surge um novo estilo de raciocínio no trabalho de Pichon-Rivière, que tenta superar as anomalias próprias da psicologia e se configura, por sua vez, na chave kuhniana, uma nova matriz disciplinar na psicanálise. Desde a década de 1930’ já se vislumbra nesse autor uma prática criativa, mas não teoricamente sistematizada até o momento da “ruptura” com a psicanálise ortodoxa e que coincide com a sua Teoria do Vínculo. Finalmente, o artigo analisa, a partir desse caso, a invenção na psicologia que rompe com a tradição e se torna obra original.

Palavras-chave: originalidade, matriz disciplinar, psicanálise, teoria do vínculo

Abstract

In first place, this article analises the originality in the social sciences especially in the psychoanalysis that, by work of Pichon-Rivière, transforms itself into social psychology. It is argued that in the mid 50’s rises a new style of thought in the work of Pichon- Riviére. This attempts to overcome the abnormalities own by the psychology and also configures, in a kuhnian sense, a new disciplinary matrix in the psychoanalysis. All this despite the fact that, in previous years, since the 30’s, it was already clear in this author a creatorship practice, although it was not theoretically systematized until the time of the “rupture” with the orthodox psychoanalysis which coincides with his bond theory. Finally, based on this case, the article analyzes the invention in psychology that breaks with tradition and turns in original work.

Keywords: originality, disciplinary matrix, psychoanalysis, bond theory

Diego no conocía la mar.

El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur.

Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.

Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura. Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre: – ¡Ayúdame a mirar! (Galeano, 1989, p. 3)

Con el epígrafe se quiere denotar la idea de que el mundo cobra dimensión a partir de la interacción. El otro, como creador, pone palabras a lo que todos vemos, al decir de Atahualpa:

“. . . uno se hace multitud cuando dice algo original, inventa algo, mientras tanto es un solitario. Como multitud ya no es él, es muchedumbre que coincide en la pena, en la gracia o en la rebeldía” (Yupanqui, 2007).

En este sentido, a pesar de hablar de lo mismo, la significación cambia en la medida que allí ocurre la postulación de una nueva significación que revitaliza la referencia. Algo similar ocurre en la ruptura con el psicoanálisis de Pichon-Rivière, ayuda a captar el mundo de una nueva manera. Un mirar que, en este caso, descubre un mirar/nos, novedoso, constituido por nuevos elementos, hasta entonces cegados.

Como hipótesis se sostiene que esa originalidad constituye una comunidad científica y, a su vez, una multitud. Es decir, a partir de mediados de la década del 50’, emerge un nuevo estilo de razonamiento en la obra de Pichon-Rivière que configura una nueva matriz disciplinar en el psicoanálisis. Según Fabris (1999), años antes, desde la década del 30’, ya se vislumbra una práctica creadora pero que no se sistematiza teóricamente hasta la época que estamos referenciando como de “ruptura” con el psicoanálisis ortodoxo (Fabris 2007a), ubicado temporalmente a mediados de la década del 50’.

El objetivo que se persigue en este artículo es explicitar, desde una reconstrucción que toma aportes de Kuhn (1962; 1969), Hacking (1992) e Ibarra (2005, 2009), la emergencia de una teoría del vínculo que viene a refundar el psicoanálisis, y constituir una nueva matriz disciplinar que entraña, a su vez, un nuevo estilo de razonamiento. Esta nueva matriz disciplinar en psicoanálisis se explicita desde el marco teórico de Cassirer (1910), por el pasaje de una ontología sustancialista a una ontología relacional, resultando una nueva articulación entre las ontologías regionales borrando la frontera entre lo individual y lo social. De esta manera se exponen los puntos centrales por los cuales Pichon-Rivière, con la teoría del vínculo, logra superar la dicotomía individuo-sociedad en la cual se inscribe la psicología y el psicoanálisis tradicional.

En este trabajo se acepta la idea de matriz disciplinar que se enfoca tanto en los compromisos compartidos por una comunidad como en los ejemplos concretos de soluciones de problemas de esa comunidad de practicantes (Kuhn, 1969, p. 269). Kuhn reconoce en la idea de estilo de pensamiento de Fleck (1935) un germen de la idea de paradigma. Sin embargo, en este trabajo, se elige la expresión estilo de razonamiento para considerar los compromisos y las practicas concretas. Estilo de razonamiento es retomado por Ibarra (2005, p. 33), por intermedio de Hacking (1992), con el objeto de enfocar la atención en las circulaciones y enunciaciones de las comunidades científicas concebidas como sujetos de conocimiento.A juicio de Olivé (2011), cuando un estilo logra imponerse crea nuevas configuraciones que luego pueden extenderse a otros ámbitos epistémicos. Concebir la diferencia en los razonamientos antes que en pensamientos elude la dificultad del individualismo, inherente al sujeto que piensa, y permite poner en relevancia el valor de las circulaciones, que posibilitan unos conocimientos y descartan otros por adherir a un modo de razonamiento acordado tácitamente (Olivé, 2011, p. 64). Los sujetos mismos son constructos que resultan de las interacciones y circulaciones (Ibarra, 2009, p. 151). Al adherir a esta posición, las comunidades científicas pueden ser descriptas como sujetos de la ciencia. Como sujetos colectivos, pensados desde una posición que enlaza la concepción kuhniana de la comunidad -como grupos de practicantes (Kuhn, 1969)- y la estructura de circulaciones identificables por estilos de razonamiento.

En este sentido, cobran relevancia las circulaciones concretas dentro de la comunidad psicoanalítica, específicamente en la Asociación Psicoanalítica Argentina (en adelante APA). Allí existe, desde mediados de los 50’, una división o tensión interna que condiciona diferentes maneras de ejercer el psicoanálisis -con sus correlatos en los supuestos epistémicos, adscriptos a la teoría psicoanalítica. Un primer grupo considerado “ortodoxo”, denominado “exitistas”, encabezado por A. Garma y A. Rascovsky; otro segundo grupo que, en palabras de Bermann (1965), es de contenido “psicosocial y antropológico cultural” (p. 161) liderado por Pichon-Rivière, con seguidores destacados como J. Bleger. Hacia 1959 emerge un tercer grupo, del seno de la APA, denominado “kleinianos puros” o “moralistas”, también ortodoxo, encabezado por L. Grimberg, M. Langer, E. Rodrigué (Fabris, 2007a, pp. 207-10). Este último grupo también se opone al primero, el de los “exitistas”.

Es decir, habría un sentimiento de mal funcionamiento, lo cual conduce a la crisis de un modelo de explicación -en este caso, el psicoanálisis freudiano y kleiniano- que repercute en los intentos de solución, vale decir, en las actividades concretas de los practicantes de la disciplina. A partir de lo cual se conforma una nueva perspectiva en de la teoría psicoanalítica que condiciona la posibilidad de una refundación, una nueva forma de practicar la psicología.

El problema de la originalidad en las ciencias sociales

Según Dirk (1999), el tema de la originalidad científica no cuenta con una definición precisa, por lo cual se han ideado diversas maneras de estudiar este punto crucial en las publicaciones científicas. Dirk (1999) estudia el tema a partir de cuestionarios a autores de diversos artículos en base a la novedad introducida o la información ya reportada de estudios anteriores, así como los lugares de publicación seleccionados. Al respecto se toman tres variables (hipótesis, métodos y resultados) y se analiza la novedad (N) o la información recuperada de anteriores estudios (P). Dirk encuentra que la mayor cantidad de estudios considerados originales tenían la forma (N-P-N) lo cual quiere decir: novedad de hipótesis, métodos previamente informados y resultados novedosos. Otro estudio (Guetzkow, Lamont, & Mallard, 2004) reviste especial interés en relación al tema de la originalidad ya que se centra en las ciencias sociales, si bien se aleja de los postulados kuhnianos en lo que respecta a la concepción de originalidad, puesto que, para estos autores, Kuhn mantiene una idea de revolución científica atinente a las ciencias naturales y paradigmáticas. En esto último se acuerda con los autores respecto a las limitaciones de Kuhn en relación a su análisis en las ciencias sociales pero, en este artículo, se recupera críticamente la noción de matriz disciplinar, es decir, lo que se propone es aplicar la herramienta metodológica kuhniana a las ciencias sociales, específicamente, al psicoanálisis. Esta propuesta se ubica en concordancia con la reconstrucción kuhniana que realiza Minhot (2003; 2011) en relación al psicoanálisis freudiano y también en relación con las reconstrucciones de Loparic (2001) y Oliveira Dias (2003) sobre el psicoanálisis winnicottiano.

La diferencia entre ciencias físico-naturales y las ciencias sociales fue objeto de polémica luego de los planteamientos de Kuhn, al respecto Follari (2003) sostiene que en las ciencias sociales existiría una situación a-paradigmática más que pre-paradigmática. En ellas “el desacuerdo es inevitable”, por lo cual no puede haber madurez a alcanzar, “nunca habrá acuerdo entre las distintas teorías en ciencias sociales”, el desacuerdo es sucesivo en disciplinas físico-naturales pero simultáneo en las ciencias sociales, la razón estriba en que la valoración es constitutiva del conocimiento social mucho más notoriamente que en las físico-naturales (Follari, 2003, p. 38).

Al respecto de esta discusión de lo paradigmático, en la psicología se puede pensar junto a Caparrós (1978) que lo que prevalece es un estado multiparadigmático. Con la variante que aquí se agrega, como otro paradigma en la psicología, al psicoanálisis, ya que Caparrós no considera al mismo como paradigmático -como tampoco a la fenomenología ni a la “psicología humanista” norteamericana (Caparrós, 1978, pp. 90 y 106), debido a que las considera pseudociencias y prescindibles metodológicamente. Aunque su posición es ambigua y reactiva respecto al psicoanálisis, debido a que en otro momento afirma que “no habría dificultad en considerar al psicoanálisis como una comunidad científica con unidad interna a pesar de sus muchas escuelas” (Caparrós, 1978, p. 90).

De esta manera, en este artículo, se afirma no sólo que hay una comunidad científica dentro del psicoanálisis, sino también que, en su interior, conviven diversas matrices disciplinares y comunidades científicas específicas. En consonancia con esta perspectiva se puede recuperar a Brunetti y Ormart (2010) quienes agregan que la unificación no es deseable y además “desfiguraría el campo científico propio de la psicología. En el estado actual de la situación hay que admitir que la psicología, al igual que las demás ciencias sociales, es multiparadigmática por esencia” (Brunetti & Ormart, 2010, p. 119)

Volviendo a la diferencia entre ciencias naturales y ciencias sociales, Guetzkow et al. (2004) analizan lo que sucede en las ciencias sociales, ciencias humanas e historia, basándose en entrevistas con árbitros de revistas e institutos de financiación, respecto a lo que califican como originalidad. En ese estudio encuentran que hay diferencias en los criterios que sostienen los árbitros en las ciencias naturales respecto a las ciencias sociales -antropología, economía, geografía, ciencias políticas, sociología- y humanidades -historia del arte, filosofía, literatura, musicología- e historia. Sugieren que las ideas “teoría original” y “resultados originales” están lejos de ser las dimensiones predominantes para definir la originalidad en estas ciencias, a diferencia de las ciencias naturales, en las cuales predominan las ideas de nuevas teorías y la producción de nuevos descubrimientos (Guetzkow et al., 2004, p. 195). Con su estudio, Guetzkow et al. (2004), pretenden alejarse del sentido de originalidad asociado a las ciencias naturales para pensar la posibilidad de una nueva connotación para referenciar la originalidad en las ciencias sociales y humanas en función de “conectar o mapear ideas” o como “producción de una síntesis de la bibliografía” (Guetzkow et al., 2004, p. 197). En este sentido, encuentran que los árbitros refieren como originalidad tres tipos específicos: originalidad de enfoque -el sentido más utilizado que los dos siguientes-, originalidad teórica y originalidad de método. Asociado a la originalidad de enfoque hacen referencia, la mayoría de las veces, a la construcción de problemas relativo a los temas establecidos más que a las teorías y métodos usados para estudiarlos -por ejemplo, haciendo una nueva pregunta, o encarando un tema poco estudiado. Con originalidad teórica se refieren a la “yuxtaposición de ideas que normalmente no se asociaban”. Con originalidad de método refieren a la combinación de “etnografía e historia” por ejemplo o, lo que sería similar, “empujar los límites de la disciplina” (Guetzkow et al., 2004, p. 199). Por último, asociado a la idea de originalidad, para Guetzkow et al., se encuentran valoraciones y cualidades morales respecto al autor o la procedencia institucional que condicionan la evaluación final.

Más adelante se muestra que estos tres tipos de originalidad pueden rastrearse en el cambio de matriz disciplinar propuesta desde la teoría del vínculo.

Sobre el final de esta sección es relevante tener presente la reflexión de Santos (2006) respecto a los obstáculos que la epistemología neopositivista, desde una razón indolente y arrogante, impone a las ciencias sociales para la construcción de una ecología de saberes:

. . . existen tres grandes errores de la razón indolente que domina la epistemología positivista: el reduccionismo, el determinismo y el dualismo. Sus tres grandes ejes. Hay que luchar contra cada uno de ellos, y tienes necesidad de hacer transgresiones. Muchas veces buscas lo nuevo en los intersticios, lo que está entre las realidades. . . . Muchas veces tienes que migrar de un campo a otro, de un estrato a otro, de un lenguaje a otro, de una ciencia a otra; la transdisciplinariedad es, en parte, eso. Además tenemos que buscar conceptos que vengan de otros conocimientos. (Santos, 2006, p. 40)

La teoría del vínculo como obra original y revolucionaria

Kesselman (2007) refrenda sobre el pensamiento y obra de Pichon-Rivière: “. . . Sabía que el sacrilegio de la invención, sólo es posible en el entre de lo que se debe hacer y no se debe” (p. 98). En términos teóricos, desde mediados de la década del 50’, con el curso “Metodología de la Entrevista” en la APA, entre 1956 y 1957, Pichon-Rivière concibe la teoría del vínculo (1956/7)2, como un punto de convergencia -y divergencia, respecto a la tradición psicoanalítica y psiquiátrica.

Parafraseando las ideas de Santos (2006), expresadas sobre el final de la primera sección, no sólo habría un cambio de matriz disciplinar en el psicoanálisis sino que además se constituye una ecología de saberes (Casetta, 2016), lo cual implica un debate con los tres tipos de errores que aquejan a la psiquiatría y -por qué no- al psicoanálisis: reduccionismo pulsional, determinismo intraindividual, dualismo individuo-sociedad. “Pichón estaba replanteándose las bases sobre las que se había erigido el psicoanálisis “normal” de aquella época. . .” (Avenburg, 1998, p. 233).

La teoría del vínculo (1956/7) se constituye como una reconfiguración original de elementos ya existentes a partir de un concepto primitivo como el de “vínculo”. La superación de dicotomías es posible a través del interjuego vincular. Lo mental, junto al área del mundo exterior y el área del cuerpo, juega un papel fundante de la subjetivación “todo vínculo es social” (Pichon-Rivière, 1956-7, p. 47). Esta integración se puede sintetizar en la frase “Tenemos la sociedad adentro” (Pichon-Rivière, 1956-7, p. 57).

Esta última expresión posee toda una resonancia dialéctica, ya que decir: “la sociedad tiene adentro las personas” parece una obviedad. Sólo que el concepto “persona con sociedad adentro” transforma el concepto “persona” utilizado comúnmente3. Entonces que la sociedad integre “personas” -algunas constituidas como portavoces de una multitud (Pichon-Rivière, 1965c)- cambia, a su vez, el concepto “sociedad”. Este concepto pasa de ser usado en un sentido abstracto y general a ser usado en un sentido concreto y situado. La conclusión a la que conduce esa frase es que hay diversas sociedades según las personas-multitud que integre.

Desde la óptica de Pichon-Rivière, el psicoanálisis dio importancia a los elementos sociales pero no los desarrolló, por ejemplo, al decir de Freud “el otro cuenta, con toda regularidad, como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo mismo la psicología individual es simultáneamente psicología social en este sentido más lato, pero enteramente legítimo” (Freud, 1921, p. 67).

Interesa señalar que Pichon-Rivière (1965a) dedica esta cita en su artículo “Freud: punto de partida de la psicología social” para tratar el tema de la apertura de Freud en esta línea de indagación social y denuncia su inminente clausura respecto a las dos últimas áreas que postula, el cuerpo y el mundo exterior. De esta manera, Pichon-Rivière sostiene: “Creo que el verdadero fundador de la psicología social es Freud. Claro está que no tuvo continuidad en esa tarea” (Pichon-Rivière en Zito Lema, 1976, p. 104).

Ahora bien, ¿En qué consiste la originalidad y el cambio de matriz disciplinar que irrumpe con Pichon-Rivière? Como se expresa más arriba, siguiendo el estudio de Guetzkow et al. (2004), como originalidad de método se “empujan los límites de la disciplina”, en la teoría del vínculo se integran teorías y saberes diversos, la teoría del campo (Lewin), la teoría de los roles (Mead), medicina, psiquiatría, psicoanálisis freudiano, kleiniano, la teoría Gestalt, el arte, la literatura, el pensamiento marxista -leninista-, la cultura del tango.

Como originalidad de enfoque, se mantienen elementos teóricos pero se cambia su sentido originario, es decir, se convocan teorías y saberes diversos para adecuarse a un nuevo sentido o dirección. Avenburg tiene una frase que resume esto diciendo: “se traslada el consultorio a la calle” (Avenburg, 1998, p. 235). En este punto, la originalidad de Pichon-Rivière no consiste tanto en la convergencia de teorías, que hasta el momento no habían sido puestas en relación, por ejemplo la teoría Gestalt y el marxismo, o el marxismo y el psicoanálisis, sino en la creación de una teoría nueva, es decir una originalidad teórica. Al respecto comenta Topf: “sintetiza ideas y sobre ellas construye una concepción propia” (en Fabris, 2007a, p. 342). Al decir de Plotkin: “El abordaje de Pichon combinaba diferentes escuelas de pensamiento de una manera creativa” (Plotkin, 2001, p. 165). “Fue un constructor de puentes” (Plotkin, 2001, p. 168).

La originalidad como cambio revolucionario

La pregunta por la originalidad en Pichon-Rivière se reformula en términos kuhnianos. Se sostiene que, en un cambio de matriz disciplinar, la novedad -originalidad- se trasluce en la introducción de nuevas soluciones para viejos problemas. Entre las condiciones para que se produzca ese cambio de matriz disciplinar se encuentran: i) un sentimiento de mal funcionamiento, que puede conducir a la crisis, como un requisito previo a la revolución (Kuhn, 1962, p. 150); ii) la elección del paradigma no puede resolverse mediante la lógica y la experimentación; iii) sino por las técnicas de argumentación persuasiva, [que] son las que definen en estas elecciones (Kuhn, 1962, p. 153). “La mecánica de Newton a la de Einstein ilustra con una claridad particular la revolución científica como un desplazamiento de la red de conceptos a través de la que ven el mundo los científicos” (Kuhn, 1962, p. 164).

En términos kuhnianos, ¿cuándo un cambio es revolucionario? Kuhn afirma que los cambios revolucionarios son diferentes a los cambios normales -éstos tienen como resultado el crecimiento, aumento o adición acumulativa de lo que se conocía antes. Los cambios revolucionarios, por el contrario, “ponen en juego descubrimientos que no pueden acomodarse dentro de los conceptos que eran habituales antes de que se hicieran dichos descubrimientos. Para hacer, o asimilar, un descubrimiento tal, debe alterarse el modo en que se piensa…” (Kuhn, 1987, p. 59) e “. . . implica una transformación relativamente súbita y sin estructura en la que una parte del flujo de la experiencia se ordena por sí misma de una forma diferente. . .” (Kuhn, 1987, p. 64)

Un cambio revolucionario, en pocas palabras, implica que “una imagen integrada de varios aspectos de la naturaleza tiene que cambiarse a la vez” (Kuhn, 1987, p. 87). En este sentido, los cambios revolucionarios poseen diferencias respecto a los cambios normales:

1) Son holistas -no pueden hacerse poco a poco ni paso a paso.

2) El cambio revolucionario implica un cambio de significado, consiste en la “violación o distorsión de un lenguaje científico que previamente no era problemático.” (Kuhn, 1987, p. 93) Es decir, cambia el modo en que se determinan los referentes y cambian “las categorías taxonómicas que son el requisito previo para las descripciones y las generalizaciones científicas” (Kuhn, 1987, p. 88).

3) “Sólo las investigaciones cimentadas firmemente en la tradición científica contemporánea tienen la probabilidad de romper esa tradición y dar lugar a otra nueva” (Kuhn, 1959, p. 250).

Respecto al punto 3) y tomando en cuenta que Pichon-Rivière fue uno de los fundadores de la APA en 1942, es justo pensarlo como conocedor de la tradición imperante en la época al respecto de este estilo de razonamiento específico. En el país hay un momento de fuerte auge del psicoanálisis que coincide con la instalación de la APA como ­institución en 1942 –aunque siguiendo a Vezzetti (1989) hay desarrollos psicoanalíticos antes de esa fecha que no estaban institucionalizados. Durante los años 50’ y 60’, aumenta considerablemente el número de psicoanalistas, de tal modo que algunos autores lo califican como “éxito” psicoanalítico a la hora de dar respuestas y buscar tratamiento para las adversidades en la vida cotidiana (Visacovsky, 2009, p. 7). Luego de esas primeras décadas comienzan las tensiones internas y debates intelectuales que abren al posicionamiento crítico y reconfiguraciones con otras perspectivas y, a la vez, el intento por revitalización del psicoanálisis.

Fortaleciendo la idea de que Pichon-Rivière fue un fundador de instituciones y, a la vez, parte integrante de la tradición en psicoanálisis y psiquiatría, se puede mencionar:

1- Co-fundador de la APA en 1942,

2- La fundación del Servicio de Psiquiatría de la Edad Juvenil en el Hospicio de las Mercedes –hoy Hospital Borda (Ciudad de Buenos Aires)- en 1947, en el cual se practica la psicoterapia de grupo y en donde considera la neurosis y la psicosis como un trastorno del aprendizaje (Pichon-Rivière, 1951, p. 75).

3- Fundación del Instituto Privado de Asistencia, Docencia e investigación, calle Copérnico n. 2330, al lado de su casa (Cidad de Buenos Aires) (Fabris, 2007a, p. 139).

4- Co-Dirección de la revista Ciclo -junto a Aldo Pellegrini, Elías Piterberg y David Sussmann, todos médicos- que nuclea a poetas surrealistas y artistas plásticos abstractos, dura sólo dos números, n. 1 (1948) y n. 2 (1949) (López, 2000, p. 151).

5- Fundación del Instituto Argentino de Estudios Sociales -en adelante IADES en 1955 en la calle Copérnico n. 2330, al lado de su casa (Fabris, 2007a, p. 245; 2007b, p. 26).

6- En 1959, el IADES se transforma en la “Primera Escuela Privada de Psiquiatría” (Fabris, 2007b, p. 28). En 1962 o 1963 pasa a llamarse Primera Escuela Privada de Psiquiatría Social (Fabris, 2007a, p. 333) y en 1967 Primera Escuela Privada de Psicología Social (Fabris, 2007b, p. 29).

Respecto a este último punto, la fundación de una escuela alternativa tanto al psicoanálisis como a la psiquiatría, ligando ambas de modo novedoso, es resaltado por un discípulo, Bauleo, quien comenta: “La Escuela Privada [de Psiquiatría, en 1959] no se crea porque sí, en esos momentos se estaba cañoneando a la psiquiatría clásica, de manicomio, en la Argentina” (en Fabris, 2007a, p. 343, lo que está entre corchetes me pertenece). A esto se suma la situación de la APA -que años más tarde terminaría en la declaración pública de su fractura y el desprendimiento del grupo Plataforma, en 1971(grupo de psicoanalistas disidentes de la ortodoxia, entre los que se encuentran Kesselman y Bauleo -discípulos de Pichon-Rivière- reivindica el encuentro entre psicoanálisis, marxismo y revolución).

Fabris reflexiona acerca de las características personales creativas que se expresaron en términos de ruptura-síntesis-originalidad en esta

psicología y psiquiatría vincular, social, operativa, histórica y concreta, [que] fue proclamada por muchos intelectuales a lo largo del siglo XX pero por muy pocos hecha efectiva y quizá, por nadie con la potencia propositiva de Pichon-Rivière. (Fabris, 2007a, p. 344, cursiva en el original).

Este cuestionamiento a las bases teóricas del psicoanálisis se testimonia en retrospectiva en el Prólogo a “El proceso grupal. Del psicoanálisis a la Psicología Social (I)”: “. . . el esquema de referencia de un autor no se estructura sólo como una organización conceptual, sino que se sustenta en un fundamento motivacional de experiencias vividas” (Pichon-Rivière, 1970, p. 7). Más adelante agrega:

Si bien estos planteos surgieron en una praxis (el considerar la psicología como psicología social) y están sugeridos en parte en algunos trabajos de Freud (Psicología de las Masas y Análisis del yo), su formulación implicaba romper con el pensamiento psicoanalítico ortodoxo, al que adherí durante los primeros años de mi tarea, y a cuya difusión había contribuido con mi esfuerzo constante. Pienso que esa ruptura significó un verdadero “obstáculo epistemológico”, una crisis profunda, cuya superación me llevó muchos años, y que quizá se logre recién hoy, con la publicación de estos escritos. (Pichon-Rivière, 1970, p. 11)

Las dicotomías como anomalías en la psicología

En la psicología tradicional, la dicotomía individuo-sociedad depende según se considere el individuo, como ser aislado, en un estudio lo más abstracto y objetivo posible, o la sociedad como sumatoria de individuos, pensados como reunión de particulares. De acuerdo a esta consideración habrá dos tipos de psicología: psicología del individuo y psicología social. Esta psicología social se compromete ontológicamente con la sociedad pensada como suma de individuos, es decir, propia del liberalismo político.

Esta ontología de sustancias se constituye por individuos aislados, con énfasis en lo mental, en sus conductas o en sus aspectos fisiológicos. Desde esta perspectiva, la relación de objeto tiene una única dirección que conecta sustancias diferentes. Son estos individuos los que tienen primacía ontológica, pues es a partir de ellos que se definen y construyen nociones tales como las que se refieren a patologías y a relaciones intrapsíquicas e interpsíquicas. Es desde este individuo aislado que se parte para lograr una comprensión, tanto de su mundo interno como del mundo social en que éste se encuentra. En el psicoanálisis freudiano, el determinismo psíquico, intrapsíquico, implica las oposiciones interno-externo, individuo-sociedad, esta “ontología internalista se basa en una ontología de sustancia individual” (Minhot, 2011, p. 112). El psicoanálisis freudiano se abstrae de la dimensión social y su foco está en la dimensión intrapsíquica, el individuo es “concebido como aislado, separado y su vínculo con los otros es a partir de sus representaciones psíquicas, el sistema mental es independiente de las relaciones con las demás personas” (Minhot, 2012, p. 133).

Las dicotomías son las anomalías propias del psicoanálisis feudiano. Ellas fueron resueltas, en la psicología clásica, por medio de la reducción a uno de sus extremos, lo cual quiere decir que no hubo tal solución. La dicotomía individuo-sociedad es, en definitiva, la dicotomía madre de: interno-externo, organismo-situación, innato-adquirido, etc. Resolver dicha oposición implica encontrar una manera de integrar los opuestos. En esta dicotomía el sujeto psicológico es un ser parcial, es una abstracción, un recorte que nada nos dice del proceso por el cual se ha llegado a ser un individuo. Por ser una abstracción, este fragmento genera un vacío en la comprensión del sujeto humano, la cual sólo es posible desde la consideración de un ser total. “Psíquico” enfrentado a “social” resulta de la descomposición del ser total, vaciándolo de todo sentido.

Estas anomalías, que limitan las explicaciones de la matriz disciplinar freudiana llevaron a Pichon-Rivière a un cambio de matriz disciplinar y de estilo de razonamiento. De ese cambio es que emerge la psicología social con una ontología generada por el concepto “vínculo”. Las ideas de relación, interacción y conexión son fundamentales tanto en la teoría filosófica de Cassirer como en la concepción de la psicología social que mantiene Pichon-Rivière en la teoría del vínculo. Desde ambas perspectivas las relaciones fundan las cosas. Esto es, las relaciones no son atributos de las cosas sino que son anteriores a ellas y las constituyen. En este punto la ontología relacional sirve de solución a viejos problemas. “La conexión de los hechos y su relación recíproca es lo primario y original, mientras que su aislamiento representa meramente el resultado de una abstracción técnica” (Cassirer, 1910, p. 284. La traducción me pertenece).

En Pichon-Rivière se parte de la crítica a la psicología clásica por considerarla: una psicología abstracta sin contenido, sin drama, sin objeto, con funciones separadas y aisladas del medio, con un método de estudio especial que es la introspección referida a un diálogo vacío, sin incluir el diálogo con el otro dentro de uno mismo y sin considerar el vínculo con los objetos internos. “Nosotros estamos trabajando precisamente ahí, en el sitio donde antes existía una dicotomía entre individuo y sociedad” (Pichon-Rivière, 1956-7, p. 61).

La consideración de lo individual y lo social como entornos separados y antinómicos deja paso a la fusión de los campos. Por lo tanto, lo social puede verse como mera suma de individuos conectados entre sí o, desde la teoría del vínculo, como expresión de la conexión entre cada miembro individual y la totalidad a la cual pertenece. En esta última, la conducta del individuo se fundamenta en los vínculos que mantiene en la estructura que lo acoge de determinada manera, tanto la estructura individual (con los vínculos históricamente condicionados y condensados en el sujeto) como la estructura familiar y la estructura social (para más detalles ver Casetta y Minhot, 2008).

Esta conceptualización relacional de Pichon-Rivière es la solución concreta a viejos problemas. Esta conceptualización constituye una comunidad científica. En relación con este giro es elocuente la expresión de Kuhn “El nuevo paradigma suele surgir en la mente de un hombre que está sumergido “profundamente” en la crisis” (Kuhn, 1962, p. 146).

El proceso de ruptura con el psicoanálisis, a juicio de Fabris (2000), no es tanto con las instituciones psicoanalíticas sino con el cuerpo teórico psicoanalítico (Fabris, 2000, pp. 32 y 84; Fabris, 1999, p. 282). En particular, el instintivismo y el narcisismo primario son puntos críticos explícitos. Entre las circulaciones que marcan la irrupción de un estilo de razonamiento nuevo podemos mencionar las siguientes:

La aparición del artículo “Sobre los instintos” escrito por Bleger y Pichon-Rivière (1956) -como patrocinador, publicada en la Revista de Psicoanálisis de la APA. En ese artículo, los autores señalan las limitaciones en la concepción instintivista del psicoanálisis, que se había convertido en una mitología por las siguientes razones: a) se busca aislar la dinámica -entendida en sentido mecanicista- del contexto dramático, b) se le concede autonomía y c) la dinámica se ubica al comienzo, como causa generatriz de la dramática y la conducta toda. Ante esta crítica, Bleger y Pichon-Rivière proponen cambiar la teoría de la dinámica no sólo de enfoque sino también de contenido (más detalles en Casetta, 2014, pp. 94 y ss.). Con base en una dialéctica de la necesidad que involucre la dinámica y la dramática -este concepto en sentido de Politzer (1928). La teoría de los instintos debe derivarse del conocimiento de esa dialéctica de la necesidad, de esta manera la necesidad subjetiva, percibida o actuada como impulso en el que se basa la dinámica, constituye uno de los elementos de un contexto total, que llamamos “situación de necesidad”. Con el estudio de las relaciones objetales los autores proponen un camino, una “teoría de la dramática y de la dinámica que no utilice mitos” (Bleger, & Pichon-Rivière, 1956, p. 370).

El año 1956 es partícipe de otro hecho, Thenón y colaboradores del Partido Comunista Argentino (en adelante PCA) dictan un curso de psicología médica en la Casa de la Cultura Argentina (Buenos Aires), que verá la luz como publicación en 1963 con el título “Psicología Dialéctica”. Lo interesante es que en ese libro se coloca a Pichon-Rivière encabezando las escuelas analíticas junto a los psicoanalistas y, enfrentados, los partícipes de una crítica racional fundados en el materialismo científico y la psicología materialista dialéctica, entre los que destaca el autor de “Psicología Dialéctica” (Thénon, 1963, p. 19).

Interesa mencionar que, por esos tiempos, Pichon-Rivière no estaba ni en un lado ni en el otro. Lo marginan de la APA como analista didáctico en 1964 (Fabris, 2012, p. 183) y su discípulo Bleger, es rechazado del PCA a raíz de su libro “Psicoanálisis y dialéctica materialista” (1958) en el cual desde la primera página cita a Pichon-Rivière para fundamentar el uso del concepto “esquema referencial” (Bleger, 1958, p. 15, nota 3). Pichon-Rivière, tomando a Freud por modelo, dirá premonitoriamente: “La obra de todo genio creador, agente del cambio, es resistida y vivida como revolucionaria” (Pichon-Rivière, 1965b, p. 172).

Al respecto de la marginación y esquematización que se hizo, y hace, de Pichon-Rivière, valen recuperar las apreciaciones de Martin-Baró (1986) y Gonzalez Rey (2004) sobre la consideración de la psicología, social y crítica en Latinoamérica de Pichon-Rivière. Los autores coinciden en ubicar como uno de los precursores de la perspectiva descolonizadora, en confrontación con el psicoanálisis dogmático como con el marxismo dogmático a Pichon-Rivière. Gonzalez Rey lamenta que éste haya sido asumido más por una tendencia instrumentalista relacionado a los grupos operativos que en las consecuencias de su pensamiento para una psicología social diferente (Gonzalez Rey, 2004, p. 352).

La condición de ser pensador creativo se expresa en las dificultades para sobrevivir a la inercia institucional, marcada por lo instituido. Combinando exterior e interior, Brunetti y Ormart (2010) analizan las crisis institucionales como condicionadas por crisis de los científicos: “La crisis de la ciencia [el psicoanálisis y la psiquiatría], antes que ser la de una institución, no es más que el reflejo de la crisis por la que atraviesan los científicos concretos” (Brunetti y Ormart, 2010, p. 116).

“El hombre interioriza el paisaje” decía, por los años 30’, proféticamente Pichon-Rivière (Jörg, en Fabris, 1999). El resultado de esta convergencia -y divergencia- de saberes hace replantear los postulados básicos del psicoanálisis y abrevar en teorías que, en sí mismas, entran en contradicción entre sí por las tradiciones dispares de las cuales se nutren cada una, por ejemplo: la Gestalt y el psicoanálisis -de corte idealista- con el materialismo dialéctico y la sociología crítica. Años más tarde, en líneas más radicales, Pichon-Rivière y Quiroga delimitan la psicología social que postulan:

. . . lo que otorga especificidad y validez al planteo [de la Psicología Social] no es la yuxtaposición de teorías o la búsqueda de un paralelismo formal en el nivel de los modelos, sino la posibilidad de establecer un corte perpendicular, una intervención crítica en las premisas del discurso psicoanalítico que permita una nueva valoración de sus aportes. . . . El lugar teórico desde [el cual lo proponemos] es el de la dialéctica materialista . . . el punto de ruptura entre psicoanálisis y psicología social pasa por la teoría instintivista y la concepción del hombre y la historia implícitas en ella. (Pichon-Rivière, & Quiroga, 1972, p. 1).

En contraposición a la determinación instintivista se postula al contexto histórico-social como determinante y condición específica de la vida psíquica. “Instinto” se sustituye por el concepto “necesidad”, definida como “un monto de carencia que debe ser solucionado en un proceso de interacción” (Pichon-Rivière, & Quiroga, 1972, p. 2).

Esta transformación teórica/práctica genera en el campo del psicoanálisis nuevos interrogantes y nuevas acciones. Los intentos por responder a estos interrogantes posibilitan que hablemos de “cambio revolucionario” en la APA y en la psiquiatría, y se señale la originalidad del pensamiento de Pichon-Rivière en relación al contexto de la época.

El cambio revolucionario como traición a la tradición

Con el título de esta sección se busca explicitar el proceso que todo cambio revolucionario implica, el de romper con una tradición que remite al cambio de Gestalt al que Kuhn hace referencia cuando aparece un nuevo ordenamiento del mundo, aparejado a un nuevo léxico y una nueva taxonomía. Esta idea de traición a la tradición que el cambio entraña se encuentra contenida en la etimología de las palabras tradición y traición, ambas provenientes de la raíz indoeuropea - “dar” “entregar” y ambas palabras derivadas del latín “traditio” (Roberts & Pastor, 1996; Gómez de Silva, 1998). En este sentido traición está contenida en tradición, como su negación. Para traicionar hay que conocer la tradición que se niega, sería una traición con fundamentos, no ciega.

En este sentido, Kuhn (1959) señala que “al científico le hace falta un compromiso total hacia la tradición . . . con la cual habrá de romper” (p. 258). En términos similares, Bourdieu (2001) rescata que las revoluciones sólo las puede hacer “aquel que posee un gran dominio de la tradición” (p. 37), el revolucionario es alguien que “posee necesariamente un capital . . . un gran dominio de los recursos colectivos acumulados y que, a partir de ahí, conserva necesariamente lo que supera” (p. 38).

En este orden de cosas, un autor que sirve de guía a Pichon-Rivière,y cuyos paralelismos son evidentes (marginados y apóstatas de la ortodoxia, más detalles en Salinas 2004), Henri Lefebvre, desarrolla una teoría de la creación que guarda relación con lo anterior. Distingue “obra” y “producto” y desarrolla una teoría de la obra que choca con la lógica del producto. En la obra van de la mano lo vivido y lo concebido, lo cual también quiere decir: lo cualitativo por sobre lo cuantitativo, el uso por sobre el intercambio, la diferencia antes que lo homogéneo, lo individual y no lo anónimo. Esta propuesta intenta dejar de subordinar la vivencia al saber, la acción creadora a la acción productiva, lo cotidiano a la tecnología, la calidad a la cantidad, lo individual a lo homogéneo. Lefebvre propone cambiar la pregunta ontológica sustancialista: ¿Qué es el ser? por una pregunta praxiológica relacional: “¿qué hacer para ser? ¿cómo obrar?” (Lefebvre, 1980, p. 303).

Lefebvre (1980) parte de la pregunta: ¿El que tiene más posibilidades de obrar no sería el hombre de las fronteras? (p. 250), a la cual responde, “El hombre de las fronteras sigue caminos que primero sorprenden, luego se vuelven rutas, luego pasan por evidencias…descubrir es su pasión” (p. 250).

A partir de estas reflexiones se puede sostener que Pichon-Rivière se arriesga a conformar una obra múltiple, debido a que ésta consiste en “una unidad tanto más fuerte cuanto que la dispersión interna es mayor” (Lefebvre, 1980, p. 253). Esto le trae aparejado el alejamiento de instituciones a las que él mismo perteneció o fundó.

Su exilio del Hospicio de las Mercedes es digno de recordar, en él se condensa lo dicho hasta el momento por Lefebvre acerca del pensador de las fronteras y las reacciones del régimen conservador por cualquier espontaneísmo que escape a la norma instituida. Durante la década del 40’, Pichon-Rivière es Jefe de Servicio de Edad Juvenil en el Hospicio de las Mercedes. En ese entonces le propuso a Gonzalo Bosch, Director del Hospicio, hacer cursos grupales para enfermeros, ya que éstos no contaban con conocimientos sobre el trato con los pacientes. En esas reuniones no solamente se transmitía información, sino que se planteaban las problemáticas con los pacientes y sus familiares, comenzando a conceptualizar dicha experiencia. Luego tuvo que enfrentar una situación de emergencia: a raíz de un paro de enfermeros, realizó entre los pacientes cursos de enfermería para poder mantener la atención del Servicio, resultó ser que estos pacientes devenidos “enfermeros” cumplían mejor la tarea que los antecesores (Pichon-Rivière en Zito Lema, 1976, p. 72). El abordaje de Pichon-Rivière era grupal, implementado como en el trabajo conjunto con los adolescentes y sus familias en la terapéutica. Éste notó cómo, a través de la tarea, mejoraron los pacientes en función de esta actividad de “enfermeros”. Los menos graves atendían a los más graves. Estos trabajos grupales, tanto con los “enfermeros” como con los pacientes y sus familias, generaron resistencias en el Hospicio. Por ello, hubo oposiciones sindicales y políticas de la derecha fascista instalada en el Hospicio. A pesar de la amistad de Pichon con Hortensio Quijano -el vicepresidente de Perón en ese momento-, éste nada pudo hacer. Lo hacen renunciar del Hospicio pero no de los grupos (Carpintero y Vainer, 2004, pp. 199-200).

En líneas generales, se puede concluir que la comunidad científica que emerge con Pichon-Rivière genera un “grupo de practicantes” (Kuhn, 1969, p. 276) que involucra personas e intervenciones concretas. En este sentido, el IADES (1955-1966), la Experiencia Rosario (1958)4 constituyen ejemplares de los grupos operativos, la consideración del paciente como portavoz de un ambiente enfermo y el cambio en la concepción de salud que supone. “En un proceso de liberación, la lucha por la salud no es sólo la lucha contra la enfermedad, sino contra los factores que la generan y la refuerzan” (Pichon-Rivière, 1974, p. 7).

Dada la ruptura analizada en este artículo, surgen reflexiones sobre las implicancias políticas de las intervenciones en salud. En este sentido, se puede sugerir que hay dos mundos en el psicoanálisis y, en cuestiones de salud, se pueden esbozar dos tipos de intervenciones: 1) la salud es curar un mal que aqueja a un individuo con el fin de adaptarlo al mercado del trabajo, o 2) mantener la posibilidad del cambio y la transformación de las condiciones concretas de existencia para hacer sano el contexto en función de la adaptación activa de los sujetos intervinientes, desde esta última posición el presupuesto es: “…en salud, la praxis es colectiva” (Pichon-Rivière, 1974, p. 7).

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Recebido: 28/06/2016

Última revisão: 02/05/2017

Aceite final: 31/05/2017

Sobre o autor:

Germán Casetta: Doctor en Psicología (2015). Licenciado en Psicología (2005). Profesor en Psicología (2000), Facultad de Psicología, Universidad Nacional de Córdoba (U.N.C.), Argentina. E-mail:
german.casetta@gmail.com


1 Dirrección: Facultad de Psicología. Universidad Nacional de Córdoba. Enfermera Gordillo esquina Enrique Barrios Mesa de Entradas y Salidas Oscar Gabbi. Tel.: (54) (0351) 433 4104/3172, interno 112 Ciudad Universitaria Córdoba. C.P. 5000. E-mail: german.casetta@gmail.com

2 En las fechas de las citas bibliográficas se prefiere hacer mención al año de aparición de la publicación, anterior a la edición de referencia. En la sección “referencias”, el año de aparición de la publicación aparece en primer lugar y luego, seguida de un guión, la fecha de edición de referencia utilizada. Esta decisión obedece a que en el escrito se estima mejor el desarrollo histórico y la secuencia temporal de los aportes teóricos (Freud, Politzer, Pichon-Rivière), metateóricos (Cassirer, Fleck, Kuhn) y descripciones historiográficas (Zito Lema, Vezzetti, Plotkin, Fabris).

3 Persona, mejor decir, “personalidad”, en los manuales, se define como: “organización dinámica de los sistemas psicofísicos que determinan los ajustes del individuo al medio circundante” (Orsini & Bossellini, 2009, p. 161) u “organización profunda, definida y dinámicamente estable de aspectos intelectuales, afectivos, volitivos, fisiológicos y morfológicos” (Di Segni, 2012, p. 92).

4 Dicha experiencia estuvo a cargo del IADES con el apoyo de otras instituciones: la Facultad de Ciencias Económicas, el Instituto de Estadística de la Facultad de Filosofía y su Departamento de Psicología de la Facultad de Medicina. Fue planificada y dirigida por Pichon-Rivière. Se desarrolló en la ciudad de Rosario (Argentina) y tuvo como objetivo la indagación y la propuesta de pensar la ciudad de Rosario por los habitantes del lugar. Este abordaje fue grupal con grupos heterogéneos. Participaron Alrededor de 180 personas y duró tres días (para más detalles ver Fabris, 2012, Casetta, 2011).

DOI: http://dx.doi.org/10.20435/pssa.v9i3.496